Vuelca tu luz sobre ellos, ¡hazlos llegar a puerto!

Alumbra en la tormenta,

concédeles la calma y la luz,

el hambre saciada, el corazón lleno...

No más inquietud.

Dales el obsequio del sol;

pero no el sol que quema voraz y que calcina;

entrégales el rayo que apenas toca,

que reconforta, que entibia y mece

con la brisa tenue del Sur.
 

Yo te los envío. Condúcelos.

Ilumínales las aguas,

cálmales el mar embravecido y,

muestra beatitud.

​

Alumbra en la tormenta; concédeles la Luz

que tal vez no será necesaria,

en medio de tanto azul.