Un día más en esta estepa adulterada,

hurgando en la sequía,

sorteando leones, hombres, y hambrientos días.

Un día más, reptando en grietas y veredas confundidas,

buscando entre el hedor y ampollas doloridas.

 

Un día más, con la esperanza entre los brazos,

rumiando culminar sin padecer; quizá no tanto,

al menos después que otros;

ausente, acorazado, aterrado,

aferrándome a la luz en los ocasos.

 

Un día más, escapando entre los buitres,

ensordecido, aparecido entre las hienas.

Un día más, con el sudor entre los ojos,

y el día después, mis pies; par de despojos...

 

Camino en el desvelo de un sollozo,

en el que no logramos aprehendernos o salvarnos,

por no creernos a unos de los otros,

por no cuidarnos sin mirar en ambas manos.

 

Yo, el peor de los depredadores,

con un rifle entre matarnos,

ungiendo en mí la sangre de inhumanos,

imploro absurdamente sin rencores: ¡un día más!,

para intentar reconocernos como hermanos.